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La conquista de los ríos: Obras hidráulicas y devastación ambiental

Enrique Encizo Rivera

El Río Grande del Anáhuac…Río ancestral, inmensamente caudaloso, protector de los antiguos migrantes norteños Nahuatlacas-Chichimecas, río que con un crecido respeto lo llamaban Chignahuapan, vocablo nahua que significa potencia de nueve ríos, fue el río interior más largo del país llamado El Anáhuac, hoy México.

Acá en nuestros pueblos, en las orillas del bendito río, como arena regada quedan los vestigios de aquellas etnias trashumantes de las cuales somos sucesores. Cuando llegaron los conquistadores, vinieron tiempos de infortunio, fuerzas extrañas y hostiles, encarnadas en un fraile agustino: Don Diego Chávez de Alvarado. Bien podríamos considerarlo un carnicero ambiental por iniciar una de las más grandes depredaciones ecosistémicas jamás hechas a un río.

Tuvo una ocurrencia dolorosa: destriparlo. A lomo de nativos abrió en la tierra viva, una zanja grande, el canal de Taramatacheo, con la finalidad de sacarle su agua que era de una prístina pureza. Su objetivo fue llevarla a una especie de ciénaga situada entre cerros, donde habitaban en sus aguas coloradas, multitud de ranas. En efecto, en 1548 fue el inicio del ocaso de este gran rio Lerma, que nunca le hizo un mal a nadie.

De este modo en el estado de Guanajuato, nació fruto de un pecado original La Laguna de Yuriria, tal y como se conoce en estos tiempos, su nombre es una palabra del remoto lenguaje Purépecha que significa Laguna de Sangre. Nunca he conocido la laguna en persona. Cuando éramos mocosos, solo la conocíamos de oídas. Resulta que nuestras madres nos mandaban a la tienda de abarrotes a comprar “mosco” que eran insectos secados al sol como los famosos charales del Lago de Chapala. Se vendían por kilos y eran más o menos del tamaño de una mosca doméstica. Se usaban para alimentar, los cenzontles, mulatos, huitlacoches y más pájaros cantores que tenían enjaulados en las casas. Los señores adultos comentaban que precisamente en aquel vetusto charco artificial pescaban y cosechaban el “mosco”.

Este vaso lacustre fue el primer proyecto hidráulico de Latinoamérica patentado por los conquistadores quienes pusieron también los primeros cimientos de la devastación. También fue punta de lanza de los desastres ambientales de la Cuenca Lerma, Chapala, Santiago, Pacífico. Todos conocemos sus consecuencias ecológicas y sociales: se reconfiguro el paisaje, se expulsaron todas las especies endémicas desde el insignificante Axayácatl (mosco de los pájaros) hasta las grandes nutrias del agua pasando por los siluriformes (peces llamados bagres).

De aquellas tribus nómadas, cazadores, recolectores opulentos, solo sobrevivimos algunos indiodecendientes miserabilizados, que igual recolectamos, pero no nuestros alimentos, sino plásticos, aluminio, diversos metales, desechos de comida y un etcétera de desperdicios en basureros metropolitanos sentados sobre las márgenes del río y en sus cuerpos y vasos lacustres creados de forma natural por el río maldecido y también los construidos de forma artificial por los benditos conquistadores. Amen.

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